Tic,tac,fuego
Maldita paradoja la que pretende obstinar a cuenta gotas los míseros momentos de culpa y desarraigo existencial, resistiéndome al fugaz paso del tiempo en tan determinante situación para neutralizar el sufrimiento, ya que si transcurre velozmente mañana me encontraré de igual forma, y para colmo mañana es nunca y nunca llega pasado mañana.
Al mismo tiempo resulta utópico y descabellado pensar en retrospectiva en aquellos efímeros momentos en los cuales la felicidad pasaba cerca mío y me guiñaba su ojo; osaba desmesuradamente el paso apresurado de las agujas del reloj adelantando los minutos, las horas, los días, los años, con el fin de apresurarme a vislumbrar el paraíso que cada estación me deparaba. Quién pudiera comprender que siendo feliz consagraría el paso del tiempo instaurando en mi ser una ficticia perpetuidad e inmutación en los rasgos de mi vida, y cuando finalmente llegó el momento de crecer, aún inconscientemente, me niego a merecer.
La ambigüedad se hizo carne, la culpa se instauró en mi piel, el miedo paraliza mi sinapsis que insiste en su labor de querer para poder. Por la ventana abierta asoma el frío, me pega en mis mejillas mientras lo siento desde mi cama vacía; irónicamente el reloj hace días se detuvo a las diez menos cinco, pero paralelamente el mundo sigue dando vueltas cada vez mas cínico.
Sin mas armas en las manos que voluntad en los párpados me dispuse a enfrentar a este clima tan hostil y despiadado, en búsqueda de resultar vencedor vencido de una reivindicación en hipoteca, tan perturbadora y paralizante como la jaqueca de mi espina mas punzante, que a pesar de ser la causante de este mar tan intrépidamente incesante, depende de mi decisión determinante para que este naufragio se torne paulatinamente mas pausante.
Texto: Pink